Diet. It & rsquo; s una palabra que cualquier mujer y muchos hombres han incorporado y aplicado en sus propias vidas de una forma u otra. En un día cualquiera en este país, casi la mitad de todas las mujeres estadounidenses están en una dieta. En un día cualquiera, uno de cada cuatro hombres están en una dieta. Pasamos 40 mil millones de dólares cada año en dietas o productos relacionados con la dieta. En las encuestas, el 80 por ciento de los diez años de edad tienen miedo de ser grasa. Es seguro decir que no sólo es la dieta y el estilo de vida americano casi tan común como un acoplamiento como la mantequilla de maní y jalea, sino también dado a estas asombrosas estadísticas, it & rsquo; s también seguro asumir que y rsquo; hemos ido un poco por la borda con nuestra obsesión por ser delgadas y los medios vamos a utilizar para llegar allí. No es que la dieta es mala solo en y por sí mismo. De hecho, hay ciertas dietas que son seguros y con éxito a la creación de la pérdida de peso a largo plazo y para hacer cambios de salud que pueden salvar vidas. Pero el problema radica más en lo que hacemos con la dieta y el poder renunciamos a ella en vez de la dieta real. Según la National Eating Disorders Association, unos 25 millones de estadounidenses luchan con trastornos de comer compulsivamente. Y de acuerdo con un estudio realizado en 2005 por Neumark-Sztainer, las niñas que hacen dieta con frecuencia son 12 veces más propensas a atracones como las niñas que don & rsquo; t dieta. Además, debido a los trastornos alimentarios llevan tanta vergüenza con ellos y la mujer o el hombre por lo general hace todo lo posible para mantener sus formas modeladas de comer en secreto a los que les rodean, se estima que muchos trastornos de la alimentación no se diagnostican y desaparecidos. Aquí están algunas otras estadísticas reveladoras para reflexionar: La mujer estadounidense promedio se sitúa en el 5 & rsquo; 4 y rdquo; de alto y pesa 140 libras. El modelo estadounidense promedio es 5 & rsquo; 11 & rdquo; de alto y pesa 117 libras. Sería alentador si podíamos al menos tener algunos beneficios para la salud, tanto físicos como mentales de todos los que hacemos la dieta y la cantidad de dinero que gastamos en dietas cada año. Pero la triste verdad es que el 95% de la dieta va a ganar el peso perdido de nuevo el plazo de cinco años (Grodstein, et al., 1996). Lo que es aún más sorprendente son las estadísticas de la obesidad en este país. La prevalencia de la obesidad se ha duplicado desde 1976 a 2004. Entonces, ¿qué hacemos con estos hechos? ¿Cómo hacemos nosotros, como americanos y facilitadores evidentes de la locura de la dieta y la epidemia de obesidad reconciliar nuestro papel como consumidores con nuestro papel como tener el poder de invocar una pequeña abolladura del cambio en este cuadro perturbador de la salud de América? La culpa es de los medios de comunicación. La culpa es de las líneas de rosquilla y lugares de hamburguesas ni siquiera dos cuadras de su casa. La culpa es de su divorcio de los padres. Cualquier persona que tenga una forma disfuncional de alimentación tiene su propia historia única y especial para cómo llegaron al lugar donde la dieta y su preocupación por el peso y la alimentación ha tenido un dominio absoluto sobre ellos, aunque sólo sea por un período de tiempo momentáneo. Pero tiene que haber alguna manera de reducir la velocidad y luego revertir estas tendencias crecientes que si no frustrado, continuará haciendo estragos emocional y físico en los adultos y los niños de este país. Fuentes: Crowther et al, 1992;. Fairburn et al., 1993; Gordon, 1990; Hoek, 1995; Shisslak et al., 1995.