La artritis reumatoide es una enfermedad crónica, la causa exacta de la que aún se desconoce. Afecta a los tejidos y órganos, y también las articulaciones por la inflamación sistémica. Las mujeres son más propensas a esta enfermedad que los hombres, y se estima que alrededor del 1% de la población total del mundo se ve afectada por este trastorno autoinmune común.
Un problema en el diagnóstico de esta enfermedad es que se diagnostica a menudo para otros problemas comunes. Desafortunadamente, esto provoca retraso en el tratamiento adecuado, y puede causar daño inevitable e irreversible al paciente. El primer paso en el diagnóstico de la artritis reumatoide es la revisión de todos los síntomas con un médico. Esto incluye la historia de los síntomas, así como el examen actual de las articulaciones de hinchazón, sensibilidad, inflamación y bultos, así como cualquier deformidad. Un diagnóstico confirmado normalmente implica análisis de sangre, así como radiografías.
Dos pruebas pueden desempeñar un papel importante en el diagnóstico de la artritis reumatoide. La primera es conocida como la "prueba del factor reumatoide", y el segundo es prueba de anticuerpos anti-CCP. Otras pruebas incluyen un recuento sanguíneo completo, proteína C reactiva, velocidad de sedimentación globular, ultrasonido o resonancia magnética conjunta, las articulaciones de rayos X y análisis del líquido sinovial. Los resultados indicarían si un paciente sufre de artritis reumatoide, y en qué etapa de la condición en que se encuentra.
Una vez que se diagnostica la AR, el tratamiento debe iniciarse inmediatamente. La artritis reumatoide no tiene ninguna cura específica; Sin embargo, un tratamiento de por vida está disponible en forma de medicamentos, terapia física, la educación, el ejercicio y en algunos casos la cirugía. El tratamiento temprano puede retrasar, detener y posiblemente, la destrucción de las articulaciones. El tratamiento es a menudo modificar para requisitos particulares de acuerdo con la condición del paciente, el estadio de la enfermedad, actividad de la enfermedad, el tipo de articulaciones implicadas, la edad, la salud y la ocupación del paciente.
Metotrexato, leflunomida y sulfasalazina, que son fármacos modificadores de la enfermedad reumática de hormigas, se prescriben comúnmente en las primeras etapas de la enfermedad junto con el reposo, ejercicios y medicamentos anti-inflamatorios. Mientras que el dolor y la inflamación se atiende a través de la primera línea de acción rápida medicamentos, como la aspirina y la cortisona.
Cuando no parecen drogas no trabajar, agentes biológicos pueden ser utilizados para el tratamiento de los síntomas de artritis. Estos incluyen moduladores de células blancas de la sangre, como abatacept y rituximab, inhibidores del factor de necrosis tumoral, tales como etanercept, adalimumab, inhibidores de la interleucina-6, como la cirugía tocilizumab etc.
se utiliza para las articulaciones dañadas que podrían tender a quitar el revestimiento de la articulación, la sustitución total de la articulación, etc. por otra parte, la terapia física y el ejercicio ayudan a mantener los músculos fuertes, y retrasar la pérdida de la función articular.