Y la enfermedad nbspfoodborne, un problema común entre los ancianos, los méritos de colocación superior de esa lista, de acuerdo con investigadores de RTI International, un instituto de investigación sin fines de lucro, y la Universidad Estatal de Tennessee en Nashville.
La mayoría de nosotros dependemos de nuestros sentidos a bandera roja cruda o poco cocinada comida. Si algo se ve o huele mal, que tiramos a la basura. Comprobamos fechas de caducidad en las etiquetas del producto. Recordamos también a mantener las cosas refrigeradas cuando sea necesario. Pero a medida que envejecemos, algunos de esos sentidos e instintos apagados. Problemas de visión, la demencia y la reducida sentido del olfato, todo ello contribuye al alto riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos para las personas mayores. Además, el estómago de un adulto mayor ya podría ser más sensible, debido a la firmeza del tracto digestivo.
Los investigadores, dirigidos por Kelly Wohlgenant, analista de políticas de RTI International, se dispuso a entender cómo los cuidadores y los profesionales de la salud acercarse a la prevención de las enfermedades transmitidas por los alimentos en los adultos mayores de 60 años se habló de una mezcla de los médicos, enfermeras, otros profesionales de la salud y otros familiares durante un período de tres meses en 2010.
Sus hallazgos, publicados en la revista
gerontología educativa
, puso de manifiesto que muchos de los participantes en la encuesta sabían que los hábitos alimenticios de seguridad pobres causan enfermedades transmitidas por los alimentos, pero el conocimiento de las prácticas recomendadas específicas fue menos consistente entre el grupo. Muchos profesionales de la salud en sí mismas no habían recibido formación sobre la prevención de enfermedades transmitidas por los alimentos en la cocina.
Además de manejar adecuadamente, el almacenamiento y la cocción de los alimentos, las recomendaciones dietéticas para las personas mayores incluyen evitar los mariscos crudos o poco cocidos, alimentos que contienen huevos crudos y los quesos blandos como feta y brie, de acuerdo con RTI International.
"Este estudio pone de relieve la necesidad de integrar la educación en seguridad alimentaria en la asistencia sanitaria preventiva para los adultos mayores," Wohlgenant dice en un comunicado de RTI International. "Estos resultados serán de utilidad en el desarrollo de materiales de educación en seguridad alimentaria para las personas que cuidan a adultos mayores."